DON FRANCISCO PRIMO DE PIERIO VERDAD Y RAMOS III

Águia Em 2010 o discurso foi meu. Coincidente com o Bicentenário da Independencia do México e o Centenário da Revolução Mexicana, não tive como ficar de fora e voltei ao seio familiar com entusiasmo e satisfação, para render homenagem a meu ilustre parente em seu bicentécimo segundo aniversário lutuoso (1808-2010).
Como advogado, já exercendo o cargo de Procurador Geral da Cidade do México, na quarta feira, primeiro de janeiro de 1806, Don Francisco assume as funções de “Síndico Procurador General del Común de la Ciudad de México” ao mesmo tempo em que a frota inglesa, liderada pelo intrépido almirante Nelson vence as tropas franco espanholas na famosa batalha de Trafalgar. Finalmente, alguém era capaz de deter aquele baixinho destemido, frustrando definitivamente seus planos para invadir a Inglaterra.  Todavia, o Imperador Napoleão Bonaparte na sua ambição desmedida, inicia, na quarta feira 23 de março de 1808 a invasão à cidade de Madrí, com as tropas francesas sob o comando do Duque de Berg e Dom João VI (ainda longe) coloca já suas barbas de molho, aliando-se aos ingleses.
Este fato, como avaliado pelo historiador mexicano Prof. Rogerio López Espinoza, representa o limiar a partir do qual se iniciaram os trágicos e funestos acontecimentos que marcaram a nação espanhola naquele ano, inclusive, sem nenhum exagero ou impressão histórica, nos diz López Espinoza, precipitaram o processo de independência dos paises hispanoamericanos, a partir da firme intervenção de Don Francisco Primo de Veradad y Ramos.
Após a abdicação de Carlos IV em favor do seu filho o “Principe de las Asturias”, Fernando VII, como consequência dos motins acontecidos na cidade de Aranjuez, fato este que evidenciou o total desquiciamento da monarquia espanhola, Primo de Verdad y Ramos, do alto do seu cargo no Cabildo da Cidade do México (equivalente hoje ao cargo de Governador do D.F.) formula, na terça feira 09 de agosto de 1808, sua ousada tesis sobre a soberania popular, marcando o ínicio da independência do México e lamentávelmente seu próprio fim.
Na segunda feira 12 de setembro do mesmo ano, na última das reuniões no Cabildo, da qual o Síndico e Procurador da Cidade participou, expõe em detalhes sua tesis de ser o povo a única fonte da qual deve emanar a soberania.
Na sequencia, na sexta feira 16 de setembro, é destituido o Virrey Iturrigaray e junto com outros liberais defensores dos argumentos do procurador, Don Francisco foi preso à carcere do arzobispado local.
Finalmente, em 04 de outubro o idealizador da Independencia do México, perante uma Espanha já combalida e acéfala, misteriosamente é encontrado morto na sua cela, sem que nunca foram esclarecidas as circunstãncias da sua defunção.
A seguir, apresento então, o discurso que me coube em 2010, ano de extrema significação em função das efemêrides mencionadas:

DISCURSO PROFERIDO EN 04/10/2010, POR HUMBERTO BORGES FLORES VERDAD, DURANTE EL HOMENAJE LUCTUOSO REALIZADO POR EL GOBIERNO DEL DISTRITO FEDERAL AL PRÓCER MEXICANO, LIC. FRANCISCO PRIMO DE VERDAD Y RAMOS EN EL BI-CENTESIMO SEGUNDO ANIVERSARIO DE SU FALLECIMENTO.

DR. CARLOS RUIZ ABREU
Director del Archivo Histórico del Distrito Federal “Carlos de Sigüenza y Góngora” y
Representante del Lic. Marcelo Ebrard Casaubon, Jefe de Gobierno del Distrito Federal.
LICDA. GUADALUPE LOZADA LEÓN
Coordinadora de Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural de la Secretaría de Cultura.
HONORABLE PRESIDIUM
INVITADOS ESPECIALES
FAMILIARES Y AMIGOS
DISTINGUIDOS CONCIUDADANOS:

Una vez más, como integrante de la quinta generación del Protomártir de la Independencia, Francisco Primo de Verdad y Ramos, representando a la familia Flores Verdad, agradezco la deferencia de que fuimos objeto por parte de las autoridades democráticas de nuestra Ciudad y nos unimos, en este momento solemne, al homenaje luctuoso, realizado con motivo del bi-centésimo segundo aniversario de su fallecimiento.
Curiosamente, 40 años me separan de la convivencia física con mi País, pero hoy, aquí me encuentro, cumpliendo un deber cívico y familiar, y les aseguro que durante este largo período, ni un centímetro siquiera me he desviado del orgullo de mi raza y de las raíces de mi ancestralidad.
Me ausenté del País en aquel 68, año que nunca terminó y puedo asegurarles infelizmente, que no encuentro un México mejor, pero afirmo sin lugar a dudas haber encontrado el mismo ahínco, la misma indignación legítima y la misma disposición para luchar por un México más justo.
Estoy absolutamente convencido de que esta es la tierra con el mayor número de héroes del planeta y de que nunca, tantos dieron su vida concientemente para defender los principios básicos de “Patria” y “Libertad” que hoy también conmemoramos a través del Bicentenario de nuestra Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana.
Infelizmente también, desde que decidimos, a través de nuestro “Huey Tlatoani”, ofrecer nuestras riquezas y nuestra soberanía a los proscritos de las cárceles españolas, tampoco se ha visto en ninguna otra nación, la cantidad abrumadora de traidores que hemos contabilizado a lo largo de nuestra historia.
Tenemos conciencia de las dificultades enfrentadas a lo largo del camino y no parece ser el momento adecuado para acusar y mucho menos para llorar, a pesar de que el llanto catártico nos hace falta, individual y colectivamente.
Hemos aprendido a llorar pero de coraje, de frustración y de impotencia. Necesitamos aprender a llorar de emoción, por añoranza y por amor.
La sensibilidad y la ternura no son exclusividad de nuestras mujeres, deben ser también cualidades del hombre que aprendió con la experiencia y con el dolor, y será necesario todavía, que seamos capaces de transmitir a nuestros hijos la paz interior, generada no sólo por la satisfacción del deber cumplido, sino principalmente por el honor de ser mexicanos.
202 años, Don Francisco Primo de Verdad y Ramos, tampoco fueron capaces de borrar las marcas de su ejemplo, ni de olvidarnos de la razón, del sentido común y de la lucha constante para legar a nuestros hijos el orgullo de ser mexicanos.
Si después de esta ceremonia pudiéramos transmitir a todos los que nos rodean, la necesidad de regresar al camino que nos fue legado por nuestros héroes, estaremos efectivamente honrando su memoria y la de todos aquellos que nos precedieron en la construcción de la patria mexicana.
El destino manifiesto y la fatalidad que venimos enfrentando de forma colectiva, desde la Malinche, pasando por la pesadilla de Tóxcatl, por las vergüenzas de “Su Alteza Serenísima” y de todas las traiciones sufridas durante las luchas libertarias de los últimos 500 años, sin olvidar las más recientes que, en nombre de la democrácia y de la justicia pseudo-revolucionaria del libre mercado y de la globalización, mantendrán a nuestros hijos, nietos y bisnietos endeudados por los próximos 100 años y que nos condenan al total retroceso económico y principalmente social, impuestos por la nueva y ya aparentemente eterna oligarquía de la Televicracia.
Aprendimos como mexicanos a luchar contra todo y contra todos, visualizando siempre el bien común. No es la primera vez que nos subyugan, que nos vendan los ojos o que nos amordazan y no será la primera vez que la indignación legítima se imponga por la fuerza de la verdad, a las intrigas y a las difamaciones. Una vez más se nos presenta el momento del cambio radical, el momento de abandonar la vanidad y el egoísmo, pero no más por el uso de la fuerza o a través de la pérdida de vidas de mexicanos hermanos, sino mediante la fuerza de la razón y de los lazos patrióticos que nos unen.
Hoy en día, lo grave ya no es la pobreza que nos asfixia, sino la injusticia y el abismo de la desigualdad.
Ya no es posible continuar pensando que la revolución sólo nos hace justicia cuando ocupamos un cargo público. No somos llamados a la responsabilidad de la administración de lo mexicano para enriquecernos, para hacer negocios, para firmar contratos ventajosos, como si fuera un derecho político.
Cuántos de nuestros héroes caerían una vez más fulminados, por la vergüenza de ver el resultado infructuoso de sus esfuerzos y lo inútil de la entrega incondicional de sus propias vidas.
Será necesario rescatar nuestras deudas, como siempre lo hemos hecho, pero no me refiero únicamente a las deudas financieras que tarde o temprano podremos saldar, me refiero a las deudas sociales y morales, algunas de ellas ya impagables. Me refiero a la integración de las comunidades indígenas a la vida del País, me refiero a nuestros niños de todas las edades, todavía en la obscuridad del analfabetismo y la desnutrición. Me refiero a nuestros enfermos, olvidados y abandonados, me refiero a nuestros jóvenes, cada vez con menos posibilidades de acceso a la educación, a la cultura y al mercado de trabajo. Me refiero, en fin, a nuestros ancianos que después de haber contribuido toda su vida al progreso de la nación, aún tienen que preocuparse por su sobrevivencia.
No pretendo transmitir un mensaje derrotista. Sólo constato el tiempo perdido y la inconciencia de compatriotas que todavía siguen sin entender que “el respeto al derecho ajeno es la paz” e ignoran que la sangre derramada por los héroes nacionales, fertilizó nuestra tierra para que pudiéramos construir un México mejor.
Sin promesas, porque sabemos las enormes dificultades para cumplirlas, nos declaramos convencidos en este momento solemne, Don Francisco Primo de Verdad y Ramos, que su sacrificio y el de tantos patriotas que se inmolaron para que tuviéramos una patria digna, no fue en vano, porque continuaremos luchando, con todas las armas a nuestro alcance, para que la tierra de los dioses, de Huitzilopochtli, de Quetzalcóalt, de Tláloc y de Coatlicue, pueda ver con orgullo la alborada de un nuevo tiempo, profetizado, inclusive, por las mismas naciones indígenas que nos legaron la mexicanidad.
Esta nación conciudadanos, como sabiamente dijo el ilustre compatriota, revolucionario y político constituyente de 1917, Don Francisco Múgica: “fue fundada por un cura excomulgado, Miguel Hidalgo, por un jacobino creyente y terrorista, José María Morelos y por las turbas de desarrapados que los siguieron, arrastradas por un viento mesiánico, nunca más podrá arrancar de su alma la esperanza y el espíritu de la utopía.

Muchas Gracias.

Humberto Borges Flores Verdad
México D.F., a 4 de octubre del 2010
Bicentenario de la Independencia de México y Centenario de la Revolución Mexicana

Deixe um comentário

Arquivado em HOMENAGENS

Deixe um comentário